En algún post te he hablado de las necesidades de los niños y la forma de mejorar en nuestra faceta como educadores.
He llegado a la conclusión que una de las mejores formas de mejorar en el ámbito de la educación o de la vida o de lo que sea, es ser consciente de lo que nos rodea, de los objetivos que nos ponemos y de lo que hacemos para conseguirlo.
Para ser consciente de lo que nos rodea sólo hay que pararse y mirar, mirar con atención y la mente abierta.
Para ser consciente de los objetivos que nos ponemos necesitamos pararnos y reflexionar, hacernos preguntas, meditar que es lo que realmente queremos.
Para ser consciente de lo que hacemos para conseguirlo tenemos que observarnos y evaluar si lo que hacemos nos acerca o nos aleja del objetivo.
Para ser consciente tenemos que parar y ver si hacia donde nos lleva la corriente, la sociedad, nuestra familia, nuestros amigos, nuestra forma de pensar, sentir, actuar… realmente nos lleva hacia la meta que nos hemos trazado.
Todo esto que os he contado puede valer para cualquier ámbito de la vida, pero para la educación de los niños es mucho más importante ser conscientes de nuestra forma de educar, porque lo hacemos de esa forma y no de otra, y si es mejorable.
Hay que tener en cuenta que en la forma en que educamos está latente la forma en que nos educaron, nos trataron, nos mimaron… aunque no lo recordemos. La forma que tenemos de ver la vida y afrontarla también es decisiva en la forma que tienen nuestras actitudes.
¿Eres consciente de tu forma de educar? ¿Eres consciente de lo que haces y dices a a los niños? ¿Alguna vez te lo has planteado? Te invito a que reflexiones sobre ello, a que escribas en un papel cuál son tus metas en la educación de tus hijos y que estás haciendo para conseguirlo.
También te invito a que lo compartas conmigo y reflexionemos juntos. ¿Te apetece?
Cristina Núñez
Responsable ERYCA